Marcos Pou Gallo nació el 20 de septiembre de 1991 en Barcelona, en el seno de una familia católica. Fue el segundo hijo del matrimonio de Francisco e Itziar, padres de seis hijos: Gonzalo (†), Marcos (†), Nicolás, Natalia, Juan y Mateo. En 1993 su familia se trasladó a Los Ángeles (Estados Unidos) por el trabajo de Francisco. La familia vivió en California cinco años hasta 1998, cuando se mudaron de vuelta a Barcelona.
Después de varios cursos en el colegio Montserrat, a los pies de Vallvidrera (Barcelona), Francisco e Itziar decidieron cambiar a Marcos, Nicolás y Natalia de centro educativo. Los inscribieron en el colegio Abat Oliba Loreto, también en Barcelona. Fue allí donde la fe de Marcos creció, acompañado de un grupo de profesores del movimiento eclesial «Comunión y Liberación (CL)». Quedó profundamente marcado por la pasión que tenían por la vida, por cómo afrontaban las asignaturas que explicaban, así como por el trato humano y las invitaciones a compartir juntos el tiempo libre. Asimismo, le cautivó la amistad que había entre ellos, cómo se acompañaban y se querían. Marcos decidió implicarse en la relación con ellos participando en salidas de estudio, fines de semana, y en la catequesis semanal, la «Escuela de Comunidad». Participando en la vida del movimiento de CL, asistió también a los ejercicios espirituales anuales y las convivencias de verano, que fueron momentos privilegiados para aprender que Cristo es el centro de toda la vida.
De Comunión y Liberación le llamó especialmente la atención la insistencia en el sentido religioso, es decir, que la persona humana ha sido creada con un corazón que anhela la bondad, la belleza y la verdad, y que solo Cristo es capaz de responder a estos deseos fundamentales del ser humano. Así, en la propia experiencia, descubrió que la fe es razonable y tiene que ver con todos los aspectos de la vida. Siempre estuvo fascinado por el hecho de que pudiera hacer, 2.000 años después, la misma experiencia que hicieron los apóstoles en su encuentro con Jesús de Nazaret.
Terminado el Bachillerato, maravillado por las estrellas y el universo –por ver en ello las huellas del Creador–, decidió inscribirse en la facultad de Física de la Universidad de Barcelona (UB), donde se graduó en el año 2015. En su etapa universitaria, formó parte de «Joves pel coneixement», un grupo de amigos de CL que promovió conferencias para alumnos con profesores especializados; y también llevaron a cabo varios repartos de folletos para abordar diferentes temas de la actualidad y favorecer un diálogo con los compañeros de la universidad.
En el verano de 2011, viajó con su tío sacerdote y un grupo de amigos a Calcuta (India), para colaborar como voluntario con las Misioneras de la Caridad (MC). A la vuelta, participó en la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid (JMJ). A partir de ese año comenzó su camino de verificación vocacional. En ese mismo período, en el cual fue responsable del CLU (universitarios de CL) a lo largo de casi cuatro años, su humanidad maduró llamativamente. Precisamente en el acompañamiento espiritual y la guía de la escuela de comunidad, inició un camino de verificación de una posible vocación al sacerdocio.
Durante este tiempo, entró a formar parte del consejo pastoral de la Parroquia Santa Maria del Remei (Barcelona), así como acompañó a decenas de jóvenes como referente espiritual y eclesial. Cada viernes por la tarde, tras las clases, acudía a participar de la adoración eucarística en el Templo Expiatorio del Sagrado Corazón de Jesús (Tibidabo) e invitó a amigos y familiares a acompañarlo. Del mismo modo, ayudaba semanalmente en los comedores de las misioneras de la Caridad (MC) en el barrio del Raval (Barcelona).
El día de la Virgen de Lourdes, el 11 de febrero, ingresó en el Seminario Conciliar de Barcelona. Días después, el 21 de febrero, falleció en un accidente de tráfico.
La inesperada conmoción no impidió que enseguida llegaran a Barcelona familiares y amigos venidos desde Castellón, Valencia, Madrid, Italia, Francia, Inglaterra, etc., para poder participar en el funeral. El 22 de febrero, la vela con el féretro se dispuso en la capilla de los mártires del Seminario. El entonces cardenal de Barcelona, Mons. Sistach, acompañado del equipo de formadores y amigos, presidió la misa exequial en sufragio del alma del seminarista. La iglesia se quedó pequeña y parte de la asamblea debió seguir la celebración desde el claustro principal del Seminario. El lunes 23 de febrero, se rezó el santo rosario por el alma de Marcos y se celebró el funeral en la parroquia de los Santos Gervasio y Protasio y Nuestra Señora de la Bonanova (Barcelona), al cual asistió una gran multitud de personas. Acabada la Misa, muchos de los amigos, vecinos, feligreses y conocidos de Marcos, acompañaron a su familia hasta el cementerio de San Gervasio, donde actualmente reposan sus restos mortales, y donde muchos se acercan a encomendarse a su intercesión.
Los que conocieron a Marcos coinciden en que lo que más le caracterizaba era la pasión que tenía por Cristo, que reconoció como el centro de todo su ser y quehacer. También el deseo misionero de que todos conocieran al Señor, que le llevaba a tener afecto por todo aquel que se cruzaba en su camino y que hacía que el otro se supiera acogido y amado.
La vida de Marcos sigue tocando los corazones de muchos que no lo conocieron en vida pero que, tras conocer su historia, desean vivir la fe con mayor madurez o se despierta en ellos un deseo de conocer a Jesús.
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