El 22 de febrero hizo un año. Aquel día de 2015 Marcos nos dejaba, para irse para siempre al Cielo con Cristo, con quien él soñaba estar en cada momento. Después de un año no cesa el dolor y crece el añoro a su persona. Le imaginamos a veces con su sonrisa, apasionado, le echamos de menos. Pero un año después lo que tenemos es un torrente de testimonios no solo desde Barcelona, sino de muchos rincones del mundo, que nos hablan de que Marcos sigue; sigue viviendo para siempre y actúa cerca de los que se le acercaban. Incluso de ya algunos que no le conocieron directamente, pero a quienes les ha llegado su «Mi Historia», el relato de la relación con Cristo su vida, publicado en internet y editado también como pequeño libro repartido por amigos suyos y su familia. Como él escribía, su vida se convirtió en una aventura por su seguimiento a Cristo.
El sábado 20 de febrero la iglesia de la parroquia de La Paz de Barcelona se llenó de amigos, compañeros y familia de Marcos en una misa de aniversario concelebrada por sacerdotes amigos, del Seminario de Barcelona y presidida por José Miguel García. El coro acababa con «Signora del cime», una canción de canto alpino, que cantaba Marcos y que nos hacía sentirle tan cerca, junto al Señor, congregados en la Eucaristía.
Por la web que recoge fotografías, documentos y testimonios de Marcos han pasado en un año decenas de miles de visitas. Muchos han dejado testimonios, recuerdos, fotografías. Todos hablan de corazones removidos tras su fallecimiento: atraídos a Cristo, reforzados en su vocación, la que fuera. Los que le conocieron hablan de la nostalgia de su presencia aquí, pero también de la cercanía y los signos claros de su acción desde el Cielo.
Van llegando iniciativas que irán apareciendo en esta web: el diario de Marcos (su día a día en su relación con sus amigos y su apasionamiento por Cristo), traducciones a varios idiomas que se están preparando de «Mi Historia», su testimonio ofrecido en forma de encuentro-exposición en algún evento en preparación.
El Padre Carlos, Pasionista hoy en Chile, que conoció a Marcos cuando antes de ir a la universidad aparecía por su parroquia para rezar o para confesarse con él, nos envía un testimonio. «Considero, escribe, que su muerte ha sido como su “primera misa”; tan enamorado estaba de Jesús que no pudo resistir ni esperar a su ordenación sacerdotal para celebrarla. Se unió a Cristo, vivió con El, murió con El y con El resucitará.
La vida de Marcos tiene un sello inconfundible: ser un joven cristiano “modelo” para la juventud. Confío que un día pueda ser propuesto por la Iglesia a los jóvenes, como ejemplo a seguir.