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De Marcos a sus primos

2012

Queridos primos, una amiga me aconsejó escribir lo que han significado para mi estas navidades, y es tan grande lo que Dios hace en mi que debo compartirlo.
La relación que ha surgido con Garci viene de menos de un año, de hecho lo conocí hace unos 6 meses. Desde hace 3 me acompaña con todas las cosas que me van pasando, le veo periódicamente, y siempre que pisa Barcelona tiene un momento para mi. La ultima vez que le vi antes de navidades yo estaba turbado por un asunto, y en el mismo aeropuerto, despues de acompañarme con cada una de las cosas de las que le hablé, me miró con una ternura inmensa y me propuso estudiar con el en Arizkun, en un convento de monjas de clausura perdido por Navarra. Ese mismo día me dió un abrazo enorme y me dijo: «Es un placer estar contigo, siempre lo es». Esa misma noche cuando volvía en el coche pensaba: » Cuantas personas me ha dado Dios para acompañarme? Cuantos adultos me ha puesto para quererme? Estan Suca, Luis, Yago, Nacho, Miguel Ramon, Betty, mis padres..y ahora Garci? Como puede ser? Acaso lo merezco? Acaso he imaginado nunca que Dios pudiese darme tanto?

A las tres semanas compré el billete para Pamplona, y a los dos días de comprarlo, habiéndole avisado a Garci, nos manda un mail a todos los que íbamos diciendo que no puede ir nadie, que ha enfermado una monja y que no quieren que vaya nadie salvo Garci, ya que necesitan un cura en el convento esas mismas fechas. A mi me dijo que las monjas me dejaban ir porque ya tenía el billete comprado.

El 30 por la mañana cogía el tren hacia Pamplona, y pensaba: «te das cuenta, eres el único que va a estar con el, el único» era inevitable pensar ya de primeras que yo había sido escogido.

Estuvimos paseando por la ciudad toda la mañana. Entramos en varias Iglesias y luego cogimos el coche y nos fuimos hacia el conveto. Ya en el coche aproveché para acribillarle con todas las cosas que me pasaban, sobretodo le contaba que estaba muy contento, agradecido por las cosas que me estan pasando pero tambien le conté mis dificultades. De una forma muy directa el me acompañaba con cada cosa que le decía, e insistía con todo lo que le contaba: «paciencia, solo Cristo responde a esto». Gracias a Dios tuve varios dias para darle vueltas al tarro a lo que me dijo.

Llegamos al convento, frío gélido por los pasillos, monjas muy viejas, y sobretodo ni un solo bar en todo el pueblo. Llegamos a eso de las cinco de la tarde, estudiamos hasta las 7 y luego fuimos a rezar delante del Santísimo (expuesto todo el día en la Iglesia del convento), yo aproveché para pensar en todo lo que me había dicho y para saludar al Jefe, pidiéndole que se hiciera palpable esos dias. En la cena ya me contó cual era su horario y ya me cagué un poco: 7 en pié, ducha y oración en silencio en la Iglesia hasta las 8.30 que hay misa, luego desayuno y «super-estudio-culo-clavado-en-silla-casi-sin-respirar» hasta la 1.30, comida y despues de comer paseito por la montaña de hora y media hasta las 3.30-4,estudio hasta las 7, a las 7 oración de una hora y vísperas con las monjas y a las 9 cena, después estudio o peli en función de lo cansado que esté y a la cama. Evidentemente me dijo que yo podía hacer lo que quisiera.

A partir de aquí los dias han sido una aventura, debería contaros cada uno de ellos porque no han dejado de estar llenos de la intensidad que pide mi corazón. He estado toda la semana mirándole, como un niño puequeño que mira a su padre porque admira como hace cada cosa que hace, como mira, como estudia, como reza. Es probablemente lo que más he hecho, mirarle y fijarme en el.

En estas fechas, si os habéis fijado en los evangelios, todos relataban como los discípulos acudían a San Juan Bautista y le preguntaban «donde está el mesías?». Con esa misma pregunta rezaba yo cada día. «Señor, eres concreto? Eres capaz de cumplir mi afecto? Me sorprendes día a día?» y estas preguntas han llenado mi pensamiento, cada cosa que hacíamos, cada conversación, los paseos, mirar las nubes, tomar un vaso de vino, rezar o leer lo que el me proponía leer, todo con la inquieta y despierta pregunta de «donde estás señor? Porque te busca tanto mi corazón? Que es lo que busco?»

Y a sí ha sucedido lo mismo, exactamente lo mismo que sucedía en los evangelios siguientes, Juan y Andrés conocen a Jesus y quedan AFERRADOS por su presencia, de por vida, ha sido verdaderamente de Otro mundo lo que ha pasado. Garci me ha mirado a lo largo de estos dias con Sus ojos, con una ternura que solo puedo atribuir al que conocí hace varios años y me sigue sorprendiendo, a aquel que me llama a cada instante en los «pinchazos» que noto en mi corazón. La preferencia de Garci por mi, la inmensa preferencia de Garci por mi, es para mi la forma de la que se sirve Dios para amarme, para cuidarme y acompañame en todas las cosas que contiene mi vida. No puedo definir lo que ha pasado estos dias. El señor la ha tomado conmigo, me ha conquistado por entero y no me quiere soltar, y mi vida entonces y ahora solo respira y solo se encuentra en paz en el diálogo inevitable con Aquel al que me empuja mi corazón, a cada misero instante! Han sido sorprendentes los paseos, mirar el monte, el silencio en la montaña, todo invitaba y obligaba a que el corazón preguntara «Tambien aquí me sorprendes Señor? Tambien aquí conquistas mi corazón?»

Todas nuestras conversaciones han estado repletas de esta intensidad, comida, libros, historia, ciencia, amigos, viajes, nada a quedado fuera. Pero sobretodo hemos hablado de la Iglesia, de los santos, de los discípulos y de la Virgen. He rezado con el cada una de las oraciones que reza y he seguido atentamente cada misa esos dias y despues me inchaba a preguntarle: «que dice este salmo? que significa este gesto que haces?» y poco a poco, día a día los salmos de «las horas» me han sorprendido como las palabras más apropiadas que hay para rezar, y cada oración me ha sorprendido porque eran lo que mi corazón gritaba. Desde el magnificat, el ángelus, el Te Deum, todas estas oraciones eran la poesía más bonita que podía ofrecer a mi corazón. Graci lo expresaba así citando a San Agustín: «Rezamos a Dios con las palabras que Dios nos da»

Pero sin duda, lo mejor si todavía cabe de estos dias sucedió al cuarto día de estar ahí. Estuvimos estudiando como campeones, luego nos hinchamos a hablar de mil y una cosas y nos reímos un montón. Hacía un dia espléndido y hicimos un paseo de 2 horas perdidos por el monte. A la vuelta, estudiando yo pensaba: «Se puede pedir más a la vida? Acaso me falta algo?» y pasaron las horas volando. A eso de las 7 el se lavantó y le pregunté extrañado: «a donde vas?» y me dijo «a rezar», eran las 7, quedaba una hora para las vísperas. Y yo pensaba, «a que? si ha sido un día espléndido, no se puede ser más feliz!». Al cabo de un rato bajé yo y me puse a su lado. Me fijé en el y tenía un gesto muy curioso, estaba muy encogido, con el rostro serio y de rodillas mirando hacia el Santísimo, como si fuese un hombre que está sufriendo mucho o que está al borde de la muerte y reza desesperado, en una palabra, tenía un gesto de dependencia. Yo como os decía no estaba ni rezando, estaba distraido. Y pensé «como puede ser? pero si este tipo es enorme! tiene respuestas a todo, lo ha vivido todo! Porque reza así?» y entonces me di cuenta de que sin duda el secreto de Garci no es mas que ese, que depende más que yo! que depende cada vez más, que cada mañana, cada mediodía, cada tarde y cada noche depende de el! y entoncés recé: «Señor, yo quiero depender así, tanto como el».

Al día siguiente me desperté cansado, distraído, quejica y perezoso pero bajé a rezar igual, y cuando me puse en la Iglesia a rezar pensaba «como puede ser? porqué estoy así de asqueado, con la de cosas que me están pasando? se ha ido todo al garete?» y en seguida caí en lo que recé la noche anterior y me quedé de nuevo sorprendido y le dije al Jefe «un día has tardado Señor, un día has tardado en contestarme y hacer que todavía dependa más de ti». Desde ese día, notar mi corazón sangrante, caer en la cuenta de lo que deseo, descubrir «la famosa tristeza» que llena todas las cosas no es más que Jesús picando en la puerta haciendome más suyo a cada instante. Ahora es para mí inevitable descubrirle «en lo más profundo de mi ser» llamándome y diciendo: «quiero que recuperes el diálogo conmigo», algo «más íntimo que yo mismo».

He visto el mismísimo rostro de Cristo, la ternura con la que Dios ama, he visto como me quiere y me dá vértigo, porque tanto! porque yo! porque!?! si ni siquiera soy capaz de pedirte tanto! Dios me prefiere, y en palabras de Giussani, me prefiere «porque soy nada, porque soy como esa chica de Nazaret de 15 años, nada, o como su marido, un hombre lleno de dudas, confundido, humilde, carpintero, nada».

La vida que hemos llevado estos días, de estudio, conversación y sobretodo oración, es la única que permite respirar a mi corazón, porque una fuerza que no es mía me pide y me pide y me vuelve a pedir que rece, que le busque, que le hable. La vida de oración que llevábamos ahí la entiendo en esta frase de Giussani que habla de Maria: «Esta familiaridad adquirida con la inmensa pertenencia que le constituía, la ha hecho inmediatamente capaz de percibir los signos de la propuesta; más profundamente y antes aún, los signos de la Presencia»

Ahora que he vuelto a barcelona garci no está, el paisage no es el mismo, ni siquiera la intensidad de estudio es la misma, pero el sigue cumpliendo lo que le pedí ese día en el convento, porque cada día dependo más de El, descubro mas lo frágil que soy y cuanto dependo de el mas intenso y mas continuo es el diálogo con El.